Alguna vez te has preguntado ¿Por qué sentimos la necesidad de terminar una encuesta apenas la empezamos? ¿Qué nos impulsa a volver a un carrito de compras abandonado o a completar un perfil de usuario? La respuesta puede estar en un descubrimiento de hace casi un siglo: el efecto Zeigarnik.
El efecto Zeigarnik fue descrito por primera vez en 1927 por la psicóloga soviética Bluma Zeigarnik, quien observó que los camareros recordaban mejor los pedidos no pagados que los ya servidos y cobrados. Intrigada, realizó una serie de experimentos que demostraron que las personas tienden a recordar tareas incompletas con mayor claridad que aquellas que ya han finalizado.
El cerebro humano odia dejar cosas “abiertas”. Una tarea interrumpida genera una especie de tensión psicológica que solo se resuelve cuando se completa. Esta tendencia, profundamente arraigada en nuestro funcionamiento cognitivo, tiene implicancias directas en cómo diseñamos experiencias digitales.
Uno de los usos más comunes del efecto Zeigarnik en UX es mostrar barras de progreso. Cuando un usuario ve que ha completado “3 de 5 pasos”, se activa un impulso natural por terminar. No es solo diseño: es psicología aplicada.
“Las barras de progreso no solo indican dónde estás, sino que crean una urgencia psicológica por avanzar” — UX Planet
Plataformas como Duolingo, LinkedIn o Trello aplican este principio en pequeñas dosis: completando tareas, subiendo de nivel o desbloqueando logros. Cada acción no terminada queda como un “pendiente” que el cerebro desea tachar. Es una manera sutil de mantener al usuario enganchado sin necesidad de usar técnicas intrusivas.
Redes sociales y apps de trabajo como Behance o Notion suelen recordarte que tu perfil está “70% completo”. Esa cifra exacta genera una incomodidad leve pero efectiva. El efecto Zeigarnik sugiere que los usuarios probablemente volverán a terminar lo que iniciaron, especialmente si ven una meta clara y alcanzable.
Los emails de carritos abandonados en e-commerce funcionan porque apelan al mismo principio: interrumpiste una tarea (comprar) y la tienda se encarga de recordártelo. Es como si te dijeran: “aún no has terminado algo que empezaste”.
No se trata de dejar todo inconcluso para provocar ansiedad al usuario. Mal usado, el efecto Zeigarnik puede generar frustración o incluso abandono. El diseño debe ofrecer una experiencia clara, sin pasos innecesarios, y con un propósito real detrás del incentivo a completar.
“Diseñar para la finalización de tareas no es manipular; es entender la motivación humana y respetar su tiempo” — UX Collective
El efecto Zeigarnik nos recuerda que el diseño UX no se trata solo de interfaces bonitas, sino de comprender cómo funciona la mente humana. Al aplicar este principio con intención, puedes motivar a los usuarios a avanzar, completar y volver… sin obligarlos a nada. Porque a veces, la mejor conversión empieza con una tarea a medio terminar.
Fuentes:
Zeigarnik, B. (1927). “Über das Behalten von erledigten und unerledigten Handlungen.” Psychologische Forschung.
Baumeister, R. F., & Bushman, B. J. (2017). “Social Psychology and Human Nature” (4th ed.). Cengage Learning.